Autonomia.

domingo, 14 de febrero de 2010

Hace unos dias atendi a una mujer de 93 años, y a pesar de que cumplí sus deseos me quede con una sensación de desazón.
Era una mujer de 93 años hipertensa en tratamiento con Iecas y diuréticos que acude a urgencias por un cuadro sincopal mientras cenaba, en la analitica se objetiva una hemoglobina de 7 mg/dl, un potasio de 7 y una creatina de 2,3 mg/dl. Obviamente curse ingreso y se lo comunique a la paciente, pero ella dijo que no quería ingresar y su hija que la acompañaba apoyaba esa decisión aunque no la compartía. Le trate de explicar de la manera más serena y menos fatalista y coercitiva posible la gravedad de su estado. Es cierto que esta señora era totalmente capaz, y estaba más lúcida de lo que lo he estado yo en muchas ocasiones, y me dijo:" lo comprendo, pero me pondré peor estando ingresada, además soy muy mayor".
Así que la dí el informe de alta, con su alta voluntaria y la mandé a casa.
Respetar los deseos del paciente es lo más importante,aunque a veces vaya en contra de lo que nosotros creemos que es lo mejor para él. En esta situación me vino a la mente una escena de la película "La maladie de Sachs" que creo que representa perfectamente lo que me ocurrió a mí.

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